jueves, 28 de octubre de 2010

FIESTA DE MUERTOS EN HUAQUECHULA

Puebla, México

Huaquechula, del náhuatl Cuauhtli: águila, Quecholli (abreviación de Tlahui Quechol-Tótotl), Tlahuitl: ocre rojo, Quecholli: plumaje hermoso, y Tótotl: ave o pájaro; “Pájaro de hermoso plumaje rojo”, y Lan, variante de Tlan: junto; dando como resultado Cuauhquechollan o “Junto a las hermosas plumas del águila”.
El jeroglífico de Huaquechula está formado por cinco circulitos con un águila y un cerro con el símbolo del mes Quecholli sobre el. La lectura del numeral es “Macuil Cuauhtli” o “Cinco Aguila”, que es el quinto día de la onceava trecena del Tonalámatl, por lo que la lectura completa del numeral con el cerro es: “Macuilcuauhtli Quecholli” o “Cinco Aguila del mes Quecholli”. Según Fray Bernardino de Sahagún, corresponde al 3 de noviembre del undécimo año de cada Tlapilli o período de 13 años. Como el día Cuauhtli del mes Quecholli es el día 5, no es necesario anteponerle el numeral 5, los mexicanos solo lo llamaron “Cuauhquecholli”. Hoy sabemos que Quauhquechollan es el lugar donde había un templo dedicado al águila (el sol), a quien en esa fecha, se le haría una gran celebración.
Huaquechula se encuentra a 28 km al sur de la bella ciudad colonial de Atlixco, sus habitantes se dedican a la agricultura, en ella se encuentra un convento franciscano de estilo barroco, construido en el siglo XVI. Su fiesta principal, que es la fiesta de muertos, se celebra del 28 de octubre al 2 de noviembre, y para ello sus habitantes se preparan levantando espectaculares y monumentales altares para las personas que fallecieron durante ese año.
Se sabe (según la tradición oral), que aproximadamente desde 1450 se empezaron a hacer las primeras ofrendas, las cuales eran de piedras labradas y sobre estas se colocaba una lámpara con el aceite de una semilla llamada “Egrilla”, que se hierve y se muele para obtenerlo, con el tiempo se sustituyó por velas. A la llegada de los españoles las costumbres fueron cambiando y para 1750, las ofrendas eran elaboradas de diferentes formas: se utilizaba una mesa cubierta con un manto morado y adornada con algunos de los elementos que todavía se siguen usando. Posteriormente la tela cambió de morada a negra, y alrededor de 1850, en vez de tela, se usaba papel crepé. Posterior a esta fecha se empezó a utilizar razo o satín de colores claros y los altares para las ofrendas se elaboran como se conocen hoy en día.
Las ofrendas de Huaquechula son los monumentos funerarios del siglo XVIII, en que a los colores fríos se les pone la viveza de los colores del gusto popular, como los barandales de cartulina, los barros vidriados y llenos de color, así como la talavera y el cristal, las flores, la fruta, la comida con receta especial para estas fechas, los panes de muertos, los rosquetes hueseros, los cigarrillos, las bebidas dulces o amargas, algunas de contenido alcohólico, las veladoras y las velas de cera pellizcada y elegantemente decoradas. Si la ofrenda o altar está dedicada a una persona adulta, se usan colores blanco y dorado. Si está dedicada a un niño y a las almas de todos aquellos que no fueron casados, se emplean colores rosa y amarillo. Los distintos niveles del altar están soportados generalmente por columnas de estilo barroco estípite (pilastras en forma de pirámide trunca, con la base menor hacia abajo). Son los “altareros” los encargados de confeccionar la ofrenda, a quienes se contrata para hacer la instalación y en quienes se deposita la tradición material de las características de los altares, cuyos precios oscilan entre los 500 y 2000 dólares, dependiendo del tamaño y la riqueza del ornato.
El 28 y 31 de octubre, y 1º de noviembre, se tocan las campanas a las dos de la tarde para recibir la llegada de las almas de los familiares muertos, por lo que se les extiende un camino de pétalos de cempoalxóchitl, que va desde la entrada principal de la casa hasta el pie del altar, donde se encuentra la ofrenda, lugar donde se da la comunión de parientes vivos y muertos, por lo que los anfitriones han realizado un “Altar Nuevo” en memoria del familiar que pereció en el transcurso del año, e invita a los visitantes a comer pipián, mole, chocolate, pan o lo que pueda ofrecerles de acuerdo a sus posibilidades. Los visitantes vivos llevan cirios adornados con ramos de tela.
En el primer nivel del altar, que representa al mundo terrenal, se ubica la foto del familiar fallecido reflejada en un espejo, por lo que se le ve indirectamente. El espejo representa la entrada al inframundo, es la expresión simbólica de la eternidad y de aquellos que “fueron pero ya no son”. Alrededor de la imagen reflejada en el espejo se colocan los alimentos ofrendados al difunto: frutas, comida y bebidas. A los lados de la imagen del difunto se colocan las imágenes de los “lloroncitos”, figuras de cerámica que representan a los deudos sufrientes, caso único en los Altares de Muertos en México, en el que se representa tanto a los fallecidos como a los familiares que lloran por el. Para los “muertos chiquitos”, que se recuerdan el 31 de octubre, se ofrecen dulces de alfeñiques en forma de borregos, patos, burritos. El pan, que es un elemento de origen europeo, dió un matiz enriquecedor a las ofrendas durante la época novohispana. Así, tenemos en los altares de Huaquechula panes en forma humana con los brazos cruzados, o de muerto yacente, que va cubierto con azúcar colorada que simboliza la sangre, unos en forma de moño, que simulan una calavera muy simplificada, y lo que no puede faltar es la hojaldra pringada de ajonjolí tostado que representa una calavera cruzada por las tibias.
El segundo nivel representa al cielo, en donde se colocan imágenes de ángeles en bulto y papel, así como a la Virgen María u otro santo católico, sobre todo de la orden franciscana, quienes interceden ante dios para que perdone los pecados del fallecido y le permita entrar a su reino. En este nivel la tela de satín blanco suele estar dispuesta en caprichosos pliegues que semejan nubes. Se incorporan elementos de la liturgia católica, como el cáliz con la hostia y ceras de diversos tamaños.
El tercer y/o cuarto nivel simboliza la cúspide celestial, con la presencia de una cruz, sola o con el crucificado, que preside desde lo alto de la estructura, la visita de los difuntos.
El 2 de noviembre los familiares visitan el cementerio desde muy temprano para limpiar y adornar las tumbas de sus muertos con gran variedad de flores. Se llevan alimentos de la ofrenda casera para depositarlos sobre la tumba, se le sahúma con copal, al igual que se hace en el altar de la casa.
Huaquechula es hoy un centro espiritual digno de ser admirado, donde la leyenda y la realidad se entrelazan con gran sentimiento y saber para honrar la memoria de sus muertos, muestra de grandeza de la fusión de las culturas indígenas con la tradición cristiana.

De manera muy especial quiero hacer patente mi agradecimiento a la Profesora Mireya López Zamorano, oriunda de Atlixco, compañera de trabajo y gran amiga, quien me facilitó la información para poder elaborar esta reseña.

“Cuando la muerte una guarida buscó,
en Huaquechula se encontró,
y después de ver sus ofrendas,
su místico encanto, para siempre, ahí dejó”.

Los Altares Monumentales de Huaquechula


Altar sencillo, que se coloca

despues de que pasó el primer

año del difunto.






















Cirio decorado con un

ramo de flores de tela.































Sahumador de cerámica

policromada.
































Columna salomónica,

rematada con un

"lloroncito".



























Tercer Nivel del Altar.

Cristo preside la visita de

los muertos.














Segundo nivel:

La unión entre lo

humano y lo divino.


















Primer Nivel:

El Mundo Terrenal, con la

foto del difunto y los

alimentos que se

le ofrendan.













Los "lloroncitos" representan

el llanto de los deudos por el

familiar fallecido.












AltarMonumental dedicado

a una niña que murió en un

accidente, por lo cual se utiliza

razo rosa.
















Otro Altar Monumental.






















Dedicado a un adulto.












El amor por los muertos

inspira esta obra de arte.














Ante un Altar Monumental en Huaquechula

lunes, 1 de marzo de 2010

YAXHA: EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LA SELVA

El Peten, Guatemala.

Yaxhá, sitio Maya del Clásico, se encuentra entre las lagunas, de Sacnab y Yaxha, y muy cerca, el sitio de Topoxte. El Parque Nacional Yaxhá-Nakum-Naranjo se considera como el Secreto Mejor Guardado del Mundo Maya, comprende un área total de 37,160 hectáreas y forma parte de la Reserva de la Biosfera Maya. Limita al oeste con el Parque Nacional Tikal, al norte con el Corredor Biológico Tikal-Mirador-Río Azul, y al este y sur con la Zona de Usos Múltiples.
El nombre maya de la ciudad se aprecia en su Glifo-Emblema (que representa la cabeza de un loro) y se lee como Yax (verde-azul), y ha (agua), es decir “Agua Azul”.
En el parque se conservan importantes recursos de agua (lagunas, arroyos y aguadas), algunas de ellas construidas por los mayas, así como una gran diversidad de aves, mamíferos, reptiles e insectos, y una exuberante y variada flora.
Investigaciones Previas En Yaxhá:
1904; Se realizaron las primeras investigaciones (Teobert Maler)1914 - 1915; Silvanus Morley visitó el área.1958 - 1960; se realizó el primer análisis regional a cargo de William Bullard.1969 - 1972; se inició un proyecto de excavaciones aisladas a cargo de Nicholas Hellmuth.1980 -1982; Se elaboró un plano preliminar del sito a caro de Hellmuth, el Proyecto Histórico Ecológico de El Petén Central (Don Prudence Rice).1987 - 1988; Análisis sobre los daños de arquitectura a cargo del Proyecto Nacional Tikal, ejecutando acciones de emergencia sobre todo en la estructura 216.1998; Se iniciaron los trabajos de excavación y restauración a cargo de PDS a través de IDAEH.
El sitio tiene más de 500 estructuras, incluyendo 40 estelas, 13 altares, 9 pirámides, 2 campos de juego de pelota y una red de Sacbeob (calzadas), que conectan las Acrópolis Central, Norte (Maler) y Este, En la Plaza C, se encuentra el único complejo de Pirámides Gemelas, fuera de su aliadaTikal, el cual conmemora un Katún, o período de 20 años. La Calzada del Lago de 80m de largo y considerada la entrada oficial de La Ciudad en la antigüedad, lo conecta al Lago Yaxhá.
Sobresalen los conjuntos que corresponden al Palacio Real, donde vivió el gobernante y su familia, la Acrópolis Norte, el Complejo Astronómico, dos patios para Juego de Pelota, la Acrópolis Este, la Plaza de las Sombras y el Complejo de Pirámides Gemelas, todos ellos integrados a un sistema de calzadas y vías pavimentadas.
Desde el lago asciende la calzada del Lago, que termina en el complejo de conmemoración astronómica; en su extremo Norte, inicia la Calzada Blom, que termina en una plaza abierta con numerosas edificaciones denominadas Grupo Maler que se encuentra a 254 msnm. Este eje monumental tiene una extensión total de 1100 metros desde la laguna hasta el límite Norte del sitio. El edificio más alto es una enorme construcción de 22 metros de altura que se encuentra localizada en la Acrópolis Este.
Los Mayas observaron el paso del sol, desde el amanecer hasta el ocaso, así como su ubicación en el cenit. Los arreglos de plaza que se configuran en los Complejos Astronómicos Mayor y Menor de Yaxhá (Plazas F y C), refieren la forma en que se valieron de la arquitectura para marcar la posiciones del sol, en especial durante los solsticios y equinoccios. El control del tiempo fue esencial para el diseño de los calendarios agrícola y ceremonial.
Yaxhá produjo objetos cerámicos para usos ceremoniales y domésticos, con formas y estilos variados. En el período Clásico destacó la producción de platos, vasos y cuencos con diseños policromos que representan escenas míticas o históricas. Existen vasijas con glifos que relatan el uso ritual que tuvieron y el nombre del artesano que las produjo.
En la periferia vivieron artesanos, así como agricultores, y personas dedicadas o otros servicios.
Las investigaciones realizadas, indican que el sitio presenta una ocupación ininterrumpida desde el Preclásico (600 - 300 a.C.), al Posclásico (900 d. C.), siendo el clásico Tardío (600 - 800 a. C) la época de mayor esplendor.
Algunos edificios del Parque Nacional Yaxhá-Nakum-Naranjo, se encuentra bajo restauraciones patrocinadas por el Banco Alemán de Reconstrucción (Detsche Kreditanstalt für Wiederaufbau).
El sitio de Yaxha lo he visitado con Jewerly (arqueólogo guatemalteco) hoy, último día del año de 2009 y de aquí nos dirigimos a la Isla de Flores para visitar restos de lo que queda del antiguo sitio de Tayasal, último reducto de la cultura maya, ya que en el se refugiaron los Maya-Itzaes, que provenientes de la península de Yucatán, trataron de esconderse del dominio español para seguir conservando su cultura. En este sitio la cultura maya siguió vigente hasta su conquista por parte de los españoles en el año de 1697.
Las selvas de El Petén esconden hoy en día muchos de los secretos de las ciencias y de la cultura creadas por una de las culturas mas grandes del mundo: Los Mayas del Clásico, y aunque sus sitios arqueológicos han sido muy saqueados, aún queda mucho por descubrir de esta grandiosa civilización.




Sacbe que lleva a la Zona Arqueologica de Yaxha.











Desde el Sacbe hacia la Piramide principal de Yaxha.











El Lago de Yaxha desde el Sacbe.













Estela fragmentada.





La Estela de los animales.
















Calas de exploracion en uno de los edificios de Yaxha.











Uno de los Sacbe's que comunican en Yaxha.













Una Plaza en Yaxha.














Palacio Restaurado.


Sistema de Piramides dobles, construidas para conmemorar un Katun de 20 años.













Edificio que muestra el tipo arquitectonico "Estilo Peten", con las esquinas "metidas" de las plataformas.









Edificio central de la Acropolis Noreste.





Con mis amigos en la Acropolis Noreste.



Otro edificio en la Acropolis Noreste.





Piramide en la Acrpolis Noreste.













Estructura al pie del Edificio 216.














Estructura 216.













El Lago Yaxha desde el Templo de la Estructura 216.








Estela con escritura en Tayasal.

viernes, 19 de febrero de 2010

Esquipulas: Capital de la Fe en Centroamérica.

Chiquimula, Guatemala


La imagen del Cristo Negro de Esquipulas ha representado desde mi niñez una de las mas grandes devociones de mi fe, a el me he encomendado en todos los momento difíciles y gratos de mi vida y a el acudo cada que puedo para dar gracias por los favores que me ha concedido. La primera visita a su Santuario la realicé a los 4 años de edad y hoy día, 40 años después, sigo visitándolo como peregrino, con una gran emoción que tal parece fuera siempre la primera vez. Gracias a esa fe que siempre ha inspirado en mí, y a las muestras de amor que el me ha dado, puedo hablar de los milagros que en mi vida ha realizado, sobre todo el más grande: el milagro del amor. Por eso ahora, despues de mi última visita durante la última semana de diciembre de 2009, digo con fe, amor y agradecimiento: ¡Gracias Señor de Esquipulas por lo que has hecho por mi!.

Santiago de los Caballeros de Esquipulas se encuentra a 222km al oriente de la ciudad de Guatemala, pertenece al Departamento de Chiquimula, cercano a las fronteras de Guatemala con El Salvador y Honduras. Destacan en su geografía los cerros Monte Cristo y El Brujo, su clima es templado durante todo el año, con temperatura promedio de 25º C.
Antes de la conquista, Esquipulas era reconocido con el nombre de Yzquipulas. Según libro del Cabildo, en su folio 162, Yzquipulas y la región de Chiquimula de la Sierra, fueron conquistadas por primera vez en el año de 1525, por los Capitanes españoles Juan Pérez Dardón, Sancho de Barahona y Bartolomé Becerra, quienes fueron enviados por Pedro de Alvarado y Conciso Hernández. Pero habiéndose levantado los esquipultecos contra la autoridad del Rey en abril de 1530, bajo la dirección de los caciques Copantl-Galel y provechando la situación política de la Capitanía General , según Fuentes y Guzmán, hubo necesidad de que el gobernador interino, Don Francisco de Orduña, enviara a los Capitanes Pedro de Amalín y Hernándo de Chávez, que marcharon desde Mitlán a reconquistar a Yzquipulas, para pacificar la situación. Marcharon con 60 infantes españoles, 400 indios auxiliares y 30 caballos. Al llegar a Yzquipulas les costó trabajo entrar en el, ya que se encontraba muy bien defendido. Después de una tregua, los pobladores decidieron hacer un pacto de paz y el cacique de Yzquipulas se rindió tras tres días de sangrientos combates, indicando que esto lo hacía “Más por la paz y tranquilidad pública, que por temor a las armas castellanas”. Los españoles se asentaron durante varios días en el lugar, mientras reconstruían los destrozos ocasionados en los pueblos vecinos.
En 1530 los españoles inician la tarea de evangelización con misioneros llevados al lugar. Entre 1560 y en 1570, se le otorga el título de Villa. En sus inicios fue poblada por indígenas chortí, luego, tras asentarse en los valles gran cantidad de familias españolas, llegaron con ellos negros y mulatos. En 1594, cuando ya la religión había echado raíces, los españoles aprovecharon una abundante cosecha de algodón para encargar una imagen de Jesús Crucificado. El Provisor del Obispo de Guatemala, Don Cristóbal de Morales, firmó un contrato el 29 de agosto de 1594 con el portugués Don Quirio Cataño, residente en la ciudad de Santiago de Guatemala, quien entregó la imágen el 4 de octubre del mismo año. El contrato, del cual se conserva la copia hecha al original que se conservó mucho tiempo en la capilla de Quetzaltepeque, dice lo siguiente:
“ En la ciudad de Santiago de Guatemala, a los veintinueve días del mes de agosto del año de mil quinientos noventa y cuatro, Cristóbal de Morales, Provisor de este Obispado, concertó con Quirio Cataño, oficial de escultor, que haga para el pueblo de Esquipulas un crucifijo de vara y media, muy bien acabado y perfeccionado, que lo debe de acabar el día de San Francisco, primero que viene, y se han de dar por el cien tostones de cuatro reales de plata cada uno; y para en cuenta de los dichos cien tostones confesó haber recibido adelantados cincuenta tostones de los cuales recibió realmente y el se obligó a cumplirlo, y para ello obligó su persona y bienes y lo firmó de su nombre y el dicho provisor”.
-Cristóbal Morales-Quirio Cataño
El 4 de octubre acudieron algunos habitantes de Esquipulas a Santiago de Guatemala a recoger la imagen. De regreso, la gente de todos los lugares por donde pasaban, se quedaba admirada ante la belleza del Crucifijo y pedían a los esquipultecos que les permitieran tenerlo por lo menos una noche con ellos, por lo que la imagen tardó 5 meses en llegar hasta Esquipulas, lo cual ocurrió el 19 de marzo de 1595. Se recibió la imagen con gran devoción y le construyeron una pequeña ermita. Pronto alcanzó fama por los milagros, los favores y todo tipo de gracias que concedía a todos aquellos que acudían a rezarle, por lo que la ermita resultó pequeña para acoger a los peregrinos que iban en número cada vez mayor. Las peregrinaciones y romerías inician desde finales del Siglo XVI, provenientes de todos los territorios que en aquel entonces formaban la Capitanía General de Guatemala.
A finales del Siglo XVII se terminó de construír la iglesia parroquial y se trasladó el crucifijo hacia ella. Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, en su Recordación Florida (Fines del Siglo XVII), dice que ya se encontraba acabada: Su iglesia parroquial, que de materia firme se eslabona en sus materias, se adorna con buena capilla mayor, y sacristía de bóvedas, y el resto del cuerpo de la iglesia, cubriéndose de teja, se ostenta y perpetúa a duraciones largas.
La imágen permaneció en la iglesia parroquial hasta 1759, cuando el Arzobispo de Guatemala, Monseñor Francisco José de Figueredo y Victoria, decidió su traslado a un nuevo templo: El Templo o Santuario de Esquipulas, que se construyó en el campo de algodón que un día hizo posible adquirir los fondos para esculpirla. Esta obra se encomendó a Felipe José de Porres, célebre arquitecto de la ciudad de Santiago de Guatemala. La obra se terminó a finales de 1758 y fue dedicada y bendecida por el Obispo Ilustrísimo y Reverendísimo Fray José de Montezuma, Obispo de Ciudad Real (Chiapas) y el Ilustrísimo Don Diego Rodríguez de Rivas y Velazco, Obispo de Comayagua (Honduras) el 4 de enero de 1759. La ceremonia contó con la presencia de Don Alonso de Arcos y Moreno, Presidente de la Real Audiencia de la Ciudad de Santiago de Guatemala, Gobernador y Capitán General. El 6 de enero, día de la Epifanía, se trasladó el Crucifijo a su nuevo templo en procesión organizada por los sacerdotes de Camotán, Tejutla, Jutiapa y Mita. Hubo misa solemne y sermón panegírico por la mañana y moral por la tarde, con predicadores de Guatemala invitados a propósito. El día 18 concluyeron las fiestas con el traslado de los restos mortales de Fray Pedro Pardo de Figueroa desde la iglesia parroquial hasta el nuevo templo.
Desde entonces, Esquipulas se convirtió en la capital centroamericana de la fe, ya que a su basílica acuden peregrinos a venerar la imagen del “Cristo Negro” desde todos los países de Centroamérica e inclusive del sur de México.
En 1956 el Papa Pío XII erigió la Prelatura Nullius del Santo Cristo de Esquipulas, integrada por el municipio de Esquipulas, cinco parroquias rurales y una urbana, con sede catedralicia en el propio Santuario de Esquipulas, cuyo Primer Prelado fué el Arzobispo de Guatemala, don Mariano Rosell y Arellano, oriundo de Esquipulas.
El 21 de marzo de 1959 llegaron tres monjes de la abadía benedictina de Saint Joseph in Saint Benedict, de Louisiana (U.S.A.), perteneciente a la Congregación Suizo-Americana: PP. Gregorio Robeau, (elegido Abad en 1988), Carlos Villeré (Prior) y el hermano Luís Giangrosso, que se hicieron cargo del Santuario de Esquipulas.
En 1961, el Papa Juan XXIII elevó el Santuario a Basílica Menor, tanto por ser un centro importante de peregrinación, como por las serias garantías que ofrecía para el culto por la labor de los benedictinos. El 11 de octubre de 1968, la Villa de Esquipulas es elevada a la categoría de Ciudad. El nuevo Monasterio asentado junto al Santuario, fue elevado a la categoría de Abadía el 21 de marzo de 1982.
En agosto de 1987 se reunieron en Esquipulas los presidentes de los países de Centroamérica para iniciar negociaciones con el fin de pacificar la región, convulsionada en ese entonces por las guerras internas de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, así como el problema del desplazamiento de miles de personas a Costa Rica, Honduras y México. De esta reunión, promovida por los presidentes Vinicio Cerezo de Guatemala y Oscar Arias de Costa Rica, surgen los “Acuerdos de Esquipulas”, que dieron pie a la solución de dichos conflictos en el área.
El 9 de marzo de 1995 se celebró el cuarto centenario de veneración del Cristo Negro y en febrero de 1996, llegó a Esquipulas el Papa Juan Pablo II para bendecir la imagen y la Basílica.
Antes de la llegada de los españoles al nuevo continente, Esquipulas era un lugar de peregrinación, donde se rendía culto al dios guerrero Ek Chuaj. Esquipulas, según el cronista Francisco Fuentes y Guzmán, proviene del nahuatl y significa “Tierras Floridas”. Las raíces en lengua chortí son: Kip-ur, “elevado” o “levantado”; p’ur “quemar”, las dos últimas sílabas pudieron ser ora’, o sea or, “cabeza” y ha’, “curso de agua”, es decir “Nacimiento de Río”.
Hoy a Esquipulas acuden gente de todas las etnias de Guatemala, Centroamérica y México, incluyendo indígenas, negros, ladinos y mestizos, pero es a los indígenas a los que con mayor fe se les ve llegar a este Santuario, ya que son los mas pobres habitantes de la región y, muchas veces, todos los miembros de una aldea tienen que reunir el dinero necesario para que alguien de la misma, pueda realizar la visita a dicho Santuario, convirtiéndose así en portavoz de la aldea ante el Cristo Crucificado. Esta tradición es más visible sobre todo entre los indios Quiché de las Tierras Altas. Los peregrinos centroamericanos entran por Anguiatu, en El Salvador y Agua Caliente en Honduras, mientras que los que provienen de México generalmente lo hacen en peregrinaciones organizadas por sus parroquias en Chiapas, Tabasco y Oaxaca, en autobuses que entran por las fronteras cercanas a Tapachula.
Para llegar a Esquipulas, lo mismo que a muchos otros santuarios ubicados en Mesoamérica y otras partes del mundo, era necesario cumplir con ciertos rituales, como limpias o rezar, y encender velas en lugares determinados. Así, cuando a Esquipulas se acudía a pie o a lomo de mula, los peregrinos llegaban por un lugar llamado Cruz alta, abundante en musgo, pinares y vegetación de diversos colores. Al pasar por este lugar se tenía que cumplir con un ritual de camino, el cual consistía en cargar una piedra durante una distancia determinada. Quienes ya habían hecho la peregrinación y acompañaban al peregrino que acudía por primera vez, se adelantaban para adornar la Cruz Alta (una cruz tallada en piedra) con musgo y paxte verde, frutas y flores, para luego seguir un ritual de penitencia, donde se castigaban las piernas. Terminado el ritual, se adornaban la cabeza con el paxte, las frutas y las flores de colores que se habían colocado en la Cruz Alta, lo que indicaba a los demás que ya estaban listos para llegar a la Basílica. Es de estos rituales donde nace la tradición de adornar los sombreros de los romeristas (peregrinaciones para el rezo del rosario) y los autos de los peregrinos. Hoy día estos adornos pueden adquirirse a un lado de la basílica (pero de materiales artificiales), en el mercado local, lo malo es que se perdió la tradición de los que subían por el camino de la Cruz Alta.
El por que a la imagen del Cristo Crucificado se le conoce con el nombre de “Cristo Negro”, no se debe, como se cree, a que la imagen haya sido tallada en madera oscura por Quirio Cataño, este color ha sido adquirido a lo largo de los siglos, como lo descubrió el arquitecto Eduardo Andrade, su restaurador, por el humo de las velas y veladoras que a el encienden los feligreses, incluso el interior del templo ha sido muy oscurecido por el humo acumulado en sus paredes por la misma causa. Hasta el 7 de julio de 2007, gracias a los donativos de los peregrinos, se ha podido limpiar y pintar el templo, aunque hace falta restaurarlo y dar mantenimiento a las imágenes y el Altar de la Ermita, donde se encuentra colocada la imagen del Cristo Negro.
Otros títulos que la ciudad de Esquipulas ostenta por su importancia religiosa y turística a nivel centroamericano, y por ser sede de varios acontecimientos especiales son: CAPITAL DE LA FE CENTROAMERICANA, SEDE DEL TRIFINIO Y PUERTA ABIERTA HACIA LA PAZ.

Esquipulas: En la Fe de Centroamérica.






Esquipulas a inicios del Siglo XX.












En la peregrinación a Esquipulas.











La Plaza, el Atrio y la Basílica de Esquipulas.
















Entrada a la Basílica.
















Desde las montañas del Quiché, llegan al Santuario de Esquipulas.

















Cakchiquel de San Juan Sacatepequez en su visita al Cristo Negro de Esquipulas.















Cakchiqueles de San Pedro Sacatepequez realizando rituales al Cristo Nagro en el atrio de la Basílica.




















El Calvario en el Altar Mayor de la Basílica de Esquipulas.








La Imágen del Cristo Negro de Esquipulas, clavado sobre una crúz de madera, cubierta de oro blanco y labrada en estilo barroco.









Chortís de Camotán, realaizando rituales en el interior de la Basílica.












Mestizos de la ciudad de Guatemala realizando los mismos rituales en el interior de la Basílica.












Kekchís, que desde Cobán, realizan su primera visita al Cristo Negro.








Quichés de Santa Crúz llevando gran cantidad de recuerdos para la gente de su aldea. Nótese el contraste con los jóvenes de atrás, guatemaltecos radicados en Miami, que llevan solo una imágen para decorar su auto.









Velas y "milagros" o "peticiones" de cera, para pedir u ofrecer al Cristo Negro, en agradecimiento por los favores recibidos.













En el mercado contiguo a la Basílica se pueden comprar los adornos que caracterizan a los peregrinos que visitan el santurio del Cristo Negro.















Estos adornos (de plástico) han sustituído a los hechos antiguamente con follaje natural, y que utilizaban los peregrinos que por primera vez, visitaban el Santuario de Esquipulas.








Sahumadores y animales de Barro, provenientes del departamento de Chiquimula.